21 de dic de 20222 min.
Actualizado: 13 de sep de 2023
Históricamente, se aconsejaba a las mujeres embarazadas reducir su actividad física debido a posibles riesgos para el feto y el embarazo. Esto se basaba en la preocupación por los efectos teratógenos de la restricción de oxígeno y nutrientes, así como la generación de hipertermia durante el ejercicio. Sin embargo, estudios recientes han arrojado luz sobre los beneficios que la fisioterapia y el ejercicio controlado pueden aportar en la prevención de complicaciones durante el periodo gestacional.
El embarazo implica una serie de cambios fisiológicos, biomecánicos y musculoesqueléticos que requieren atención y, en algunos casos, tratamiento fisioterapéutico.
Durante esta etapa, se producen cambios rápidos de peso y redistribución de cargas que pueden contribuir al dolor de espalda. Además, se altera el patrón de marcha, lo que puede resultar en lumbalgias y otros malestares. La musculatura abdominal también puede sufrir tensiones, causando una diástasis abdominal.
Las mujeres embarazadas experimentan aceleraciones metabólicas para satisfacer las demandas del crecimiento fetal y los cambios en el sistema de sostén. Además, se produce un aumento en la demanda de proteínas y minerales como el hierro y el calcio.
En total, el aumento de peso promedio es de 11 a 14 kg, distribuidos principalmente entre los tejidos fetales y los órganos maternos.
Durante el embarazo, las hormonas como la progesterona y la relaxina afectan la laxitud articular, lo que puede resultar en dolor lumbar y otros malestares. Además, el cambio en el centro de gravedad conlleva un aumento en la anchura del paso, lo que se conoce como "marcha contorneante" o "de pato".
El crecimiento uterino comprime el diafragma y modifica el patrón respiratorio de las mujeres embarazadas, lo que puede generar hiperventilación y un aumento del volumen de ventilación pulmonar.
El aparato digestivo también se ve afectado durante la gestación, con síntomas como náuseas, vómitos y alteraciones en el gusto durante el primer trimestre. Además, en el último trimestre, el útero desplaza los órganos digestivos, causando pirosis y flatulencia, así como problemas de vaciado gástrico, hemorroides y estreñimiento.
El embarazo trae consigo adaptaciones cardiovasculares que persisten durante y después del parto. El aumento del volumen circulante y el gasto cardíaco son notables, junto con cambios en la presión arterial. Se debe tener en cuenta la hipotensión supina y el edema en los miembros inferiores como posibles efectos.
El crecimiento uterino puede provocar irritación vesical y aumento en la frecuencia urinaria. Además, la relajación de los uréteres y la presión vesical aumentada pueden predisponer a infecciones urinarias.
Es esencial comprender las diversas modificaciones que ocurren durante el embarazo para brindar el mejor cuidado a las mujeres gestantes. Aunque tradicionalmente se recomendaba la restricción de actividad física, investigaciones recientes respaldan la fisioterapia y el ejercicio controlado como herramientas valiosas para prevenir complicaciones en esta etapa crucial de la vida de una mujer. Mantenerse informado y adaptar el enfoque de atención puede contribuir al bienestar de la madre y el feto durante el embarazo.
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